sábado, 18 de junio de 2011

Cuando la educación fomenta el despilfarro


Esta corta entrada trata de una costumbre venezolana que todavía no entiendo muy bien. Según, dejar comida en el plato es señal de buena costumbre, por que si te lo comes absolutamente todo te estabas muriendo de hambre. Leí una costumbre japonesa que sopla por el mismo lado: si un extraño le regala un dulce a un niño, el niño debe esperar 10 minutos para comerlo, o la gente pensará que tenía hambre y eso ofendería a sus padres.

La cantidad de comida que debes dejar en el plato, en los lugares donde he visto esa costumbre, debe ser mayor que una cucharada (¿que sentido tiene dejar solo una cucharada?) hasta máximo 3 (más de eso es un bocado aún comestible), o la cantidad de comida que te cabe en un bocado si es algo que comes con la mano, como un sandwich. Y el resto, no es para el perro de la familia, no es para composta, no es para alimentar gatos o perros callejeros. Es para botar a la basura, no tiene otra función. Es para aparentar ante otras personas. Y, para mí, es un problema que va más allá de extrañas interacciones sociales. El problema es la comida en sí.

Pongamos por ejemplo que un bocado pesa unos 10 gramos. Una cucharada, el último trozo de pan... 10 gramos. Pongamos una persona, que deja un bocado en la empanada del desayuno, dos bocados en el almuerzo y un bocado en la arepa de la cena. En un día son 40 gramos; en una semana 280 gramos; en un mes son 1120 gramos, poco más de un kilo; en un año son 13 kilos 440 gramos de comida que una sola persona desperdicia en tener "modales". Considerando que somos en promedio 30 millones de habitantes, y que escojo arbitrariamente que esta costumbre la tienen la mitad de los venezolanos, da un total de 201 600 toneladas de comida que van a parar a los rellenos sanitarios. Cifra insultante e intolerable en un país en el que no se produce casi ningún producto agrícola y donde casi todos los alimentos son importados. La mejor forma de combatir la escasez de productos es no desperdiciarlos.

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